viernes, 29 de enero de 2016

3 poemas inéditos de Paulina Vinderman




Amar a un árbol no es sólo un recurso, Juan, *
es un destino.
Las manos de la noche buscan el alba
para ver su tronco y el poema que queda
es un error pintado en plena furia.
Por la calle Acevedo pasa la niña que fui
con su saquito verde y su cuerpo invisible.
¿Qué sé ahora que no supe entonces?
Caminé palabras, camino palabras,
hay una fìesta de estrellas en mi boca
con guirnaldas de agua.


                                                          * Juan Gelman







No es la madrugada la que me trae el estado
de escritura, es la escritura la que empuja
a la madrugada sobre la mesa.
La luz sobre la taza interrumpe la oscuridad
y crea un bodegón junto al reloj.
¿Cuáles serán los gestos del porvenir?
Esperar el sol, encender el fuego, lavar
los animales que hay en mí.
¿Y el poema?
Siempre herencia, nunca devastación.
Está allá fuera con su pena gastada.






Siempre fui valiente, te digo.
Y los ojos de mi padre se asoman
por el acantilado de los míos, un poco turbios.
No le gustaba ese espejo donde mirarse.
El amor se le cerraba en el pecho
y tal vez lloraba dentro suyo como mi gato y yo,
en la orilla donde nos dejaste.

En el mundo siempre encontraré cardos azules,
ríos para cruzar y un lago de sangre donde dormir,
pensaban mis manos.
Mi impaciencia me lo dará todo: árboles y bolsos,
sueños improvisados, no tu amor, padre,
jamás tu amor.

La música de la tierra es mi desborde
y mi olvido.
En el desierto siempre seré un grano de más.    

                                                           a Carolina Massola


©Paulina Vinderman



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