jueves, 2 de noviembre de 2017

Raúl Gustavo Aguirre, primera entrega


7

porque has mirado el sur y los espejos
el temor de la siembra
cada peldaño de los dedos
y el retrato de un héroe de amatista
porque has visto los números
el desamparo de sus bocas
la historia que confiesa
su intimidad la herrumbre
donde cada pupila es el fondo de un eco

porque has celebrado
un ritual de vitrales diferentes
y has amado los viejos desafíos
la savia que termina
por volar en un pájaro

cómplice solitario
de una unión memorable 
el provenir te tiende
los brazos de sus náufragos

porque has venido a verte
en tu rostro de arena y tu ascendencia 
a ensayar una voz en el aire ocupado
a imponer la esperanza







V

para quienes no saben 
que los años del mar están despiertos
para quienes no saben
que van por una calle despiadada
caminando por sobre la sed de los milencios
para quienes no saben
que su columna vertebral es de música
que sus ojos comprueban la amarga ensambladura
de la distancia y fuerzan
la decisión del aire
la curva de la llave que ha caído en el cielo

para quienes no saben
qué vejez ha costado la piel
qué duro sedimento es una rosa
qué inmensurable grito hay desde aquí hasta allá
y cuánta claridad no ha sido hecha
no se hará en este día
y cómo es este cuerpo un viejo cuerpo
que no quiere tocarse que desea
asir el horizonte con una mano nueva

para quienes no saben
camino para ellos la primera palabra
quiero medir su entrega
la raíz desbocada de los viajes
hacer extenso el mundo con su instinto
que yo no he calculado
ni he de cubrir con mi estatura

para quienes no saben
que existen bocas separadas por un beso
que la ley no apresura
que la tierra es el eco de otra tierra
que le árbol es un sexo luminoso
y cada orilla una costumbre
que se comparte y une hasta que rueda el alba
sus caballos en pálidos planetas
hasta el hambre rígida y plural
estremece sus dedos minerales
sobre cada hermosura que ha extenuado sus venas
sobre un cuello de sombra
que calcula y aguarda

para quienes no saben
que un niño de ceniza ha usado la canción
que se guardaba para el día de la boda
y que ha llovido tanto
después de aquel asombro 
y que una maldición de yeso los inscribe
y se miran su cuerpo duplicado

para quienes no saben 
qué azar seguro de su sueño les conduce
la lenta edad herida en los cabellos
las puertas que les cierran en sus sábanas
la vieja edad del fondo
el hundido reverso de su historia
hasta los ángulos que aguardan
en la telegrafía ahogada de la sangre
yo camino yo trazo
un día por las aguas
y lo voy penetrando largamente de sed

yo voy y qué despacio en las espigas
por la violenta calle de mi cuerpo
donde profundos árboles abren en mí sus párpados
y sus silencios se me cruzan
otra vez por la espalda
y sus tierras me suben por la boca
con sus niños helados



Aguirre Raúl Gustavo, Cuerpo del horizonte (1951), en Obra Poética, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015.

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